miércoles, 7 de junio de 2017

07 años caminando juntos...

Este 08 de junio se cumplen 07 años de permanencia de "Sobreviviendo a nuestros hijos" en la red y quiero compartirlo con ustedes.
Como saben, este Blog nació como un compromiso solidario para compartir experiencias y aprendizaje de vida y esperanza con quienes pasaron (y pasan) lo que viví junto a mi familia una vez, sin embargo se ha convertido con el tiempo en un espacio para el diálogo, para escuchar el dolor de quienes sienten que no pueden con la carga, para entender que no estamos solos, que somos muchos y que podemos superar nuestra tristeza, por más profunda que sea, y volver a vivir, por amor a nuestros hijos. Dejó de ser un espacio para decir y se convirtió en uno para aprender.
Debo confesar que cada nuevo mensaje que recibo de un lector o lectora, me llena de pena y angustia, porque sé lo mucho que deben estar sufriendo. Su dolor me exige dar lo mejor de mí para ayudarlos a sentirse acogidos, comprendidos, aceptados, y a la vez tratar de orientarlos en dirección a la calma y la paz que toda alma atormentada necesita y merece. Si lo he logrado en alguna medida, me sentiré más que bendecida.

Creo que aunque en este rincón cibernético se habla básicamente sobre el dolor y la pena más hondos, no es un lugar triste si sabemos rescatar lo más valioso de nuestras vivencias: el amor y la esperanza. Con más de 122,000 visitas y 423 comentarios, creo firmemente que algo estamos haciendo por aquellos que sufren lo que pocos viven o han vivido.
Aprecio muchísimo el aporte de todos los padres y madres que haciendo un esfuerzo grande, en los momentos más duros de su vida comparten su experiencia y al hacerlo dinamizan este medio de comunicación; gracias a sus comentarios no es un soliloquio unilateral, sino un encuentro de almas que se entienden y pueden ayudarse.
Su confianza en el blog es algo de lo que me siento muy orgullosa y que me compromete a seguir respondiendo todos los mensajes que recibo con mucho amor y el mejor de los deseos de que poco a poco cada uno aprenda a despertar sin angustia, a caminar sin llorar, a relacionarse lentamente con el mundo y con la vida, y así, casi sin darse cuenta, deje de sobrevivir a cada día y empiecen a vivir de nuevo.
Con la ayuda de Dios seguiremos aquí, escuchándolos y extendiendo una mano amiga que les recuerde que no están solos, y que el amor compartido es lo único que no conoce límites de tiempo ni de espacio.
Un saludo fraterno,
Luzma


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